Foto destacada: Embajada de México en Polonia
. . .
En 1939 el ejército nazi invadió Polonia igual que la Unión Soviética: los soviéticos anexaron los territorios de Polonia a las repúblicas socialistas de Ucrania y Bielorrusa; Alemania, como se supo después, llevó a cabo una represión masiva, encarcelamientos de disidentes, asesinatos masivos y desplazamientos de la población, sobre todo de judíos polacos.
El gobierno soviético cambió la moneda oficial, desmanteló fábricas, hospitales y escuelas y comenzó deportaciones en masa de más de de 1.2 millones de personas que fueron enviados a Siberia, Ubekistan, Kazajstán; donde permanecieron bajo severas condiciones climáticas y de trabajo. Millones de polacos, hasta 1945, padecieron muchas turbulencias políticas, económicas, militares, culturas…
Muchos polacos fueron enrolados en el ejército ruso, mujeres y niños fueron evacuados a otros países de Europa, a Medio Oriente, incluso a la India y a seis países de África Oriental. 20 mil polacos fueron exiliados a México gracias a presidente Manuel Ávila Camacho haya quien les concedió visas de refugiados.
En el otoño de 1942 comenzaron a llegar los refugiados, en teoría hasta que terminara la guerra y repatriarlos. Un año después un representante de Polonia, Wladyslaw Neuman; el embajador de Estados Unidos George S. Messersmith; el embajador inglés Charles Harold Bateman y el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Jaime Torres Bodet quienes nombraron un comité encargado de encontrar el lugar adecuado para los refugiados. La elección fue la Hacienda de Santa Rosa, en Guanajuato a 10 km. de la ciudad de León.
El 10 de julio de 1943 llegó el primer contingente de refugiados a la estación de ferrocarril de León. Fueron recibidos en la estación del tren por las autoridades municipales de la ciudad de León, una orquesta militar que tocó los dos himnos nacionales y el 2 de noviembre del mismo año llegó el segundo contingente.
Santa Rosa albergó dl 1943 a 1947 a 1453 refugiados polacos; 280 niños. Con el tiempo, algunos polacos se establecieron en la ciudad de México, Canadá y muchos huérfanos establecieron sus familias en Guanajuato, o lo que se pudo. Ya que tenían prohibido incorporarse al trabajo productivo en “La Pequeña Polonia”.
Zapateros, fontaneros, electricistas crearon sus hortalizas, las mujeres se ocupaban de la cocina y vestuario de los alumnos para las representaciones teatrales de los niños o en los desfiles de las fiestas nacionales mexicanas. Los niños y jóvenes tomaban programas educativos polacos y aprendían oficios. Aunque los refugiados no podían salir del campamento, muchos iban de excursión, pasaban revisión médica en la ciudad de México y realizaban paseos en donde se podía.
El campo de Santa Rosa quedó en desuso oficialmente el 31 de diciembre de 1946, aunque desde 1945, Miguel Alemán anunció a los refugiados que tenían autorización para instalarse y trabajar fuera del campamento bajo la condición de obtener permisos individuales ante la Secretaría de Gobernación, o regresar a Polonia bajo el dominio soviético.
Así que algunos polacos intentaron incorporarse al ámbito productivo en México, y muchos decidieron irse a los Estados Unidos, especialmente en la zona de Chicago. Un grupo de 87 personas regresó a Polonia donde fueron conocidos como “los mexicanitos”. En México quedaron las mujeres que se casaron con mexicanos y algunos judíos que recibieron ayuda de la comunidad judía.
Para 1947, Santa Rosa todavía tenía 106 niños en edad escolar y 99 adolescentes polacos, mismos que fueron enviados a la Casa Hogar de Tlalpan auspiciada por el Polish Roman Catholic Union of America que funcionó hasta 1950.
Pese a ser una historia de sufrimiento, los polacos refugiados en México salvaron su vida de una guerra en la que perecieron 38 millones de personas en Europa, entre ellas 6 millones de judíos, 20 millones de soviéticos, 4 millones de polacos y 1.7 millones de yugoslavos.
La finca de Santa Rosa funciona como internado de reintegración para grupos de jóvenes y adolescentes, pero es el testigo de aquel episodio de la historia del que ya solo algunas pocas personas, casi nadie, recuerda. Un recuerdo de que México permaneció con Polonia en momentos clave de la historia.
Jessica García Quijano de Yucatán acaba de convertirse en la primera campeona mundial mexicana de Taekwondo, ganando la medalla de oro en la categoría -52 kilos. Así se dió una una victoria épica de 3-1 contra la egipcia Salma Ali Abid, Jessica ha hecho historia.
Lo anterior sucedió en el Campeonato Mundial de Para Taekwondo Veracruz 2023, que se celebra en Boca del Río. García Quijano venció en cuartos de final a la británica Keira Forsythe con un 12 a 2. En la semifinal la participante de Mongolia, Surenjav Ulambaya, fue descalificada tras dos amonestaciones que eran sintomáticas el empate 6 a 6 que tenía totalmente inmersas a ambas participantes.
La seleccionada nacional, quien ya contaba en su palmarés con dos medallas mundiales de bronce, pasó bye la primera ronda y en cuartos de final eliminó a la británica Keira Forsythe por 12-2. En semifinales, se impusó a Surenjav Ulambayar de Mongolia, quien fue descalificada tras recibir dos amonestaciones, cuando la pelea se encontraba en empate 6-6.
“No tengo palabras, es un trabajo de muchos años, fui paso a paso, combate tras combate, concentrada de mano de mi entrenadora Jannet Alegría, haciendo caso a las indicaciones y con el deseo de querer lograrlo. Ahora sí soy medallista de oro, campeona mundial”, destacó García Quijano, en entrevista con la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE).
Por su parte, la poblana Claudia Romero Rodríguez, en -47 kilos, venció en cuartos de final 8-3, a Lia Chachibaia de Georgia. En semifinal cayó, en punto de oro, por marcador final de 0-2, con la peruana Leonor Espinoza para adjudicarse la presea de bronce.
Fotos: Prime video
Si todavía no te has enterado de la gran serie A Million Miles Away (A millones de kilómetros) te estás pediendo una historia fascinante que habla del viaje de un niño que creció siendo trabajador agrícola migrante, que se convirtió en astronauta de la NASA.
Esta historia narra la vida de José Hernández, y es una de las películas biográficas que tiene los pies en la tierra, pero no habla de un viaje espacial. Protagonizada por Michael Peña como Hernández y Rosa Salazar como su esposa, quienes mantienen la humanidad de sus personajes incluso cuando la banda sonora y las imágenes van volando. Puede que sea un astronauta, pero todavía es necesario que alguien saque la basura.
Los guionistas Bettina Gilois, Hernán Jiménez y Alejandra Márquez Abella, que basan su historia en las memorias de Hernández, cuentan la historia lineal de un joven talentoso que en el camino recibe ayuda de una maestra, sus padres y su familia extendida. La NASA lo rechaza tantas veces que guarda todas sus cartas de negativa en una carpeta.
Esta cinta de la mexicana Alejandra Márquez Abella es una producción original de Amazon Studios y se basa en la vida de José Moreno Hernández, hijo de padres mexicanos —nacido en California en 1962— que de granjero itinerante, se convirtió finalmente en “el primer trabajador agrícola migrante en viajar al espacio”.
Este astronauta trabajó de niño en los campos entre Michoacán y Stockton, California, pero soñó con surcar los cielos nocturnos en un cohete espacial hasta lograrlo. Sin duda una historia de perseverancia y sacrificio para lograr un sueño que parecía imposible.
En 2009, José Moreno Hernández formó parte de la tripulación de la misión espacial STS-128 de la NASA. Tres años después, publicó su autobiografía Reaching For the Stars que sirve de base para la biopic en desarrollo.
En 2015, cuatro años después de su documental Mal de tierra, Alejandra Márquez Abella estrenó “Semana Santa”, su primer largometraje de ficción, estelarizado por Tenoch Huerta y Anajosé Aldrete Echeverría. Después hizo “Las niñas bien”, drama de época que, desde su premiere mundial en 2018, mereció muy buenas críticas y galardones a nivel global. Un año después, esta misma cinta triunfó en el Festival Internacional de Cine de Palm Springs y en cuatro categorías de la 61ª entrega de los Premios Ariel, donde Abella contendió por Mejor dirección y Mejor guion original.
A Million Miles Away ya se estrenó y puedes verla en la plataforma de streaming Prime Video. Una gran historia para este fin de semana.
Hemos detectado que está utilizando extensiones para bloquear anuncios. Ayúdenos deshabilitando estas extensiones o software de Adblock.