Foto destacada: INAH
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Como muchas divinidades prehispánicas, Tlaltecuhtli tiene atributos femeninos y masculinos, es una divinidad dual que representa la tierra y el cielo, y fue uno de los dioses del panteón azteca más hambrientos de sacrificios humanos. Su nombre significa, también en femenino, “El-La que da y devora la vida”.
Asimismo, Tlaltecuhtli se describe como un monstruo marino que vivió en el océano; es una encarnación del caos que asolaba antes de su creación. Aunque el nombre de la deidad es una forma masculina en la lengua náhuatl, la mayoría de las representaciones de Tlaltecuhtli exponen claramente las características femeninas, y se representa a menudo en la posición de parto característica de una mujer al dar a luz. Así como este dato, existen otros datos peculiares y aquí te los mencionamos.
En la mitología azteca Quetzalcóatl y Tezcatlipoca comenzaron a crear el mundo. Pero el Tlaltecuhtli, el monstruo, destruyó todo lo que estaban creando. Los dioses se convirtieron en serpientes gigantes y envolvieron sus cuerpos alrededor de la diosa hasta que rompieron el cuerpo de Tlaltecuhtli en dos pedazos: arrojaron una mitad hacia arriba para crear el cielo y las estrellas y la otra mitad fue tirada en la tierra. Sin embargo, sobrevivió y exigió sangre humana?
Quetzalcóatl y Tezcatlipoca le dieron a Tlaltecuhtli el regalo de proporcionar a los humanos todo lo que necesitan de su cuerpo, pero fue un regalo que no la hizo feliz. Es por eso que una parte del cuerpo de Tlaltecuhtli se convirtió en tierra, montañas y ríos, su cabello en árboles y flores, sus ojos en cuevas y pozos. La otra parte se convirtió en la bóveda del cielo, aunque en esta época temprana, aún no había ni sol ni estrellas incrustados en ella.
Tlaltecuhtli fue la primera deidad que exigió el corazón y la sangre de los humanos por su sacrificio involuntario. Algunas versiones del mito dicen que Tlaltecuhtli no dejaría de llorar y dar frutos (plantas y otras cosas en crecimiento) a menos que se humedeciera con la sangre de los hombres.
También se creía que Tlaltecuhtli devoraba el sol todas las noches solo para devolvérselo todas las mañanas. Pero el temor de que este ciclo pudiera interrumpirse por alguna razón, como durante los eclipses, produjo inestabilidad entre la población azteca y fue a menudo la causa de sacrificios humanos aún más rituales.
Tlaltecuhtli se representa en códices y monumentos de piedra como un monstruo horrible, a menudo en cuclillas y en el acto de dar a luz. Tiene varias bocas sobre su cuerpo llenas de dientes afilados, que a menudo brotaban sangre. Sus codos y rodillas son cráneos humanos y en muchas imágenes se la representa con un ser humano colgando entre sus piernas. En algunas imágenes se la retrata como un caimán.
En la cultura azteca muchas esculturas no estaban destinadas a ser vistas por humanos. Estas esculturas fueron talladas y luego colocadas en un lugar oculto o talladas en la parte inferior de cajas de piedra y esculturas de chacmool. Estos objetos fueron hechos para los dioses y no para los humanos y, en el caso de Tlaltecuhtli, las imágenes estaban orientadas hacia la tierra que representan.
En 2006, un enorme monolito de Tlaltecuhtli fue descubierto en una excavación en el Templo Mayor de la CDMX. Es el monolito azteca más grande jamás descubierto, más grande incluso que el Calendario Azteca. La escultura está tallada en un bloque de andesita rosa, representa a la diosa en la típica posición en cuclillas, y está pintada vívidamente en rojo ocre, blanco, negro y azul. Después de varios años de excavación y restauración, el monolito se puede ver en exhibición en el museo del Templo Mayor.
Tlaltecuhtli se representa como una criatura en cuclillas parecida a un sapo con garras enormes, una boca abierta y piel de cocodrilo, que representaba la superficie de la tierra. En las tallas, su boca a menudo se muestra con un río de sangre que fluye o un cuchillo de pedernal entre sus dientes, una referencia a la sangre humana que ansiaba. Sus codos y rodillas a menudo están adornados con cráneos humanos y, a veces, aparece con múltiples bocas llenas de dientes afilados por todo el cuerpo. En algunas imágenes, luce una falda hecha de huesos humanos y un borde de estrella, símbolo de su sacrificio primordial.
La historiadora Mary Miller sugiere que Tlaltecuhtli puede ser la cara en el centro de la Piedra del Sol o Calendario Azteca, donde simboliza el final del quinto y último cosmos azteca. Tlaltecuhtli aparece en el calendario azteca como el segundo de los 13 días de la deidad, y su glifo de fecha es 1 Conejo.
Dado que el cuerpo de Tlaltecuhtli se transformó en los accidentes geográficos, los mexicas atribuyeron sonidos extraños de la tierra como los gritos de Tlaltecuhtli en su agonía desmembrada o sus llamadas de sangre humana para alimentarla. Como fuente de vida, se pensó necesario apaciguar a Tlaltecuhtli con sacrificios de sangre, especialmente corazones humanos. Los aztecas creían que había que satisfacer el apetito insaciable de Tlaltecuhtli o la diosa dejaría de alimentarse de la tierra y las cosechas se perderían.
Si bien el nombre de Tlaltecuhtli puede interpretarse como masculino, la deidad se representa con mayor frecuencia con características y vestimenta femeninas. Esto ha dado pie a uno de los debates contemporáneos en torno a Tlaltecuhtli es sobre el género de la deidad. Ya que “tlal-” se traduce como “tierra” y “tecuhtli” como “señor”. Sin embargo, “teuctli” no tiene género, a pesar de que normalmente se usa para describir a hombres o dioses masculinos. Hay notables excepciones, por ejemplo, las diosas Ilamatecuhtli y Chalmecatecuhtli. Esta ambigüedad ha llevado a algunos estudiosos a argumentar que Tlaltecuhtli puede haber poseído un género dual como varias otras deidades primordiales mesoamericanas.
A pesar de la controversia, hay quien piensa que Tlaltecuhtli es varón que representa la tierra, quien es reverenciado con sacrificios y ofrendas. Como hembra se llama Tlalcíhuatl, “señora tierra” quien era representada como una rana fiera, con bocas llenas de sangre en todas sus coyunturas, para representar que todo lo comía y tragaba.
Tlalcíhuatl, ‘señora de la tierra’, y Tlaltecuhtli, ‘señor de la tierra’, son divinidades que crearon la tierra, ya que los dioses se cansaron de admirar el mundo líquido, sin oscilaciones, sin movimientos, por lo que Tezcatlipoca y Quetzalcóatl pensaron que el mundo recién creado debía ser habitado.
El "arte" generada por inteligencia artificial (IA) se ha debatido, padecido y gozado bastante en los últimos años. Ya que, a diferencia de un creador convencional, la IA puede generar y difundir el material de una manera mucho más veloz. Hoy en día existen muchas plataformas de IA que “crean” imágenes a través de un discurso dictado.
Este es el caso de esta IA que creó una serie de imágenes en un México, o más bien Tenochtitlán que nunca fue conquistada. El resultado es algo así como una especie de Wakanda-Tenochtitlan, donde la tecnología ciber punk se mezcla con la estética prehispánica. El resultado es bastante curioso, sobre todo porque se trata de la creación artificial.
El resultado fue compartido por un usuario de Tik Tok, que utilizó la tecnología para generar imágenes. Para algunas personas este trabajo es una banalización, para otros una obra de arte.
Como sea, pues es cierto que hay detrás todo un concepto artístico, aunque todavía existen muchas complicaciones con la IA, en la medida en que el diseño de sus personajes tiene algunas libertades creativas; por ejemplo, personajes con 8 dedos en una mano, animales con 5 pies, u otros detalles que finalmente son más complejos de crear, incluso para un artista humano.
Falta mucho para que una IA sustituya a un dibujante, pero sí es bastante impresionante la velocidad con la que se crean conceptos. No hay duda, que de estas nuevas tecnologías cambiarán la naturaleza de los procesos creativos, y esto apenas comienza, porque todavía falta ver resultados en cuanto a la creación musical, arquitectónica, las bellas artes y la ciencia.
Por ahora, la IA podría ser un aliado valioso para la creación, aunque se tome todavía como competencia. Lo que nunca se podrá sustituir es el desarrollo social, los artefactos humanos, la vida, la formación que hacen que pensemos y actuemos de modos determinados, que una máquina nunca podrá replicar. Ese es el valor de lo humano.
La creatividad parece algo misterioso, pero casi siempre es producto del esfuerzo diario. Como sea, te dejamos con estas increíbles imágenes para que juzgues por ti mismo, pero sobre todo para que las disfrutes a tu modo particular.
Fotos: @joaquincarre
La Ciudad de México nunca descansa. A todas horas hay movimiento. Y entre todo el alboroto y complejidad de este monstruo de ciudad, estas ilustraciones son un recordatorio de que la vida de un chilango también está llena de momentos increíbles, mucho más cuando se trata de vernos como en los cuentos infantiles.
Así lo hace el artista visual Joaquín Carreño Alonso, que retrata de un modo bastante curioso, que retoma la estética y personajes de los cuentos infantiles y libros de texto y lo ubica en la vida cotidiana de la Ciudad.
Así es que podemos ver a un topo comiendo tacos en el Centro Histórico, a un mapache con una concha de vainilla en la orilla de la mesa de la cocina a un amigo marciano con caguama banquetera. Joaquín viene de un linaje de artistas; su abuelo, Jorge Carreño fue caricaturista de la revista Siempre! Y su padre, Luis Carreño, quien también se dedicó a ilustrar el acontecer político y social en El Universal.
Así que desde pequeño veía a su papá dibujar, y decidió estudiar en la Academia de San Carlos y en Académie de la Grande Chaumière, en Francia. Su enfoque va hacia la ilustración y pintura con técnicas mixtas, ya sea óleo, lápiz acuarela o gouache. Su obra está en algunos espacios de la CDMX y San Miguel de Allende.
Estas ilustraciones son una serie llamada Humanimales, surgió cuando un día pintó ratita bebiendo una cerveza. "Al subirla a Instagram noté que a la gente le gustó", recuerda el artista. "A la gente le gusta los animales lindos haciendo cosas cotidianas y mexicanas con las que se identifica por las situaciones en las que se encuentran: comiendo tacos, fumando, comprando hielos en la tienda", expresa.
A partir de ese ejercicio, empezó a producir más escenas cotidianas y con referencias de la cultura mexicana. Se trata de oficios, objetos y de reproducciones de una ciudad que pasa inadvertida. Son pinturas que conectan bien con la gente porque forman parte de nuestra vida de a pie.
Aquí te dejamos con esta serie de pinturas en gouache, un pigmento a base de agua, parecido a la acuarela, pero más opaco, de Joaquín Carreño Alonso.
Fotos: INAH
La conservación y restauración de los tesoros arqueológicos es un trabajo que nunca termina, y la Tumba 7 de Monte Albán lleva varios años siendo cuidada y estudiada por diversos investigadores. Ya que se trata de una colección de 245 objetos, entre ellos 138 metálicos y 50 óseos se han intervenido en la Tumba 7 de Monte Albán, Oaxaca.
De esta colección, se destaca la conservación de 70 collares, sartales y pulseras, elaborados con más de seis mil cuentas de oro, plata, azabache, concha, cristal de roca, piedra verde, turquesa, perlas y ámbar.
La conservación de este patrimonio contribuye a la permanencia de la dimensión cultural de las piezas arqueológicas, y optimiza las condiciones ambientales del entorno en que se resguardan o exhiben.
La Tumba 7 fue hallada con todo el tesoro que fue depositado hace casi 700 años, ya que fue una ofrenda de gratitud y pedimento de buena fortuna, y los trabajos de conservación que cumplen una década, permiten a los visitantes apreciar varias de sus piezas. La colección consta de 200 piezas de oro creadas por orfebres mixtecos en el periodo Posclásico.
Las piezas de oro que fueron encontradas, tuvieron que atravesar un gran proceso de restauración de varios años. Ya que los orfebres crearon estas piezas con una gran calidad artística utilizando diversas aleaciones de oro, plata y cobre, que fueron fundidos y mezclados, para hacer ojos, colmillos, alas, garras, astros, rayos solares, flores, grecas y espirales.
Estas piezas fueron descubiertas por el arqueólogo Alfonso Caso, acompañado de María Lombardo y la Eulalia Guzmán en la región de los Valles Centrales de Oaxaca. Se descubrieron seis tumbas zapotecas, coronas y joyas de oro, perlas, vasos, copas de alabastro y cristal de roca, collares de obsidiana y jade, entre otros objetos preciosos. Los titulares de 1932 hablaron de este suceso como "El hallazgo más importante en América".
En la exploración se halló un cráneo cubierto con un mosaico de turquesas, dos discos de concha en las cuencas de los ojos y un pedernal incrustado en la nariz. Además de huesos labrados con jeroglíficos mixtecas que indicaban los días de la semana. Un suceso que marcó la historia de la arqueología mexicana y sirvió para conocer más de la cultura zapoteca y mixteca.
Asimismo, este hallazgo puso las bases para que se creara la "Ley sobre Protección y Conservación de Monumentos Arqueológicos e Históricos, Poblaciones Típicas y Lugares de Belleza Natural de 1934" y siete años después, en 1939, el Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH).
Alfonso Caso estimó, a un periódico extranjero, que las joyas encontradas valían cerca de un millón de dólares, quizá un poco más, ya que se trataba de seis kilos de oro. En la actualidad, la colección de estas piezas se encuentra en el Museo de las Culturas de Oaxaca.
Dónde: Macedonio Alcalá s/n esq. Adolfo C. Gurrión, Oaxaca de Juárez.
Cuándo: martes a viernes de 10:00 a 15:00 hrs.
Cuánto: $85.
Entrada libre: Maestros, estudiantes, niños menores de 13 años e INAPAM.
Foto destacada: nhpr.org
El muralismo mexicano que llegó con el fin de la revolución, cambió por completo el arte en nuestro país, y también en los Estados Unidos. De 1925 a 1945, muchos artistas mexicanos dejaron huella en la dirección que tomaría el arte estadounidense y también en sus paredes.
José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, fueron los artistas que más innovaron en cuanto a el estilo, temas e ideología en el arte en los Estados Unidos. Aunque, con frecuencia, se dice que José Clemente Orozco es uno de los que más influyó debido a sus temas profundamente políticos y el extremo deterioro cultural causado por la colonización europea.
Orozco se centró en los temas del sufrimiento causado contra los indígenas de las Américas, el mural Épica de las civilizaciones americanas es uno de los que más refleja este tema. Dicho mural, abarca 975.36 metros cuadrados y consta de 24 paneles que llenan las cuatro paredes de la Biblioteca Baker en Dartmouth College.
De hecho, la ubicación de los frescos no es gratuita. Ya que la Universidad de Dartmouth en Nueva Inglaterra se fundó originalmente para educar a los nativos americanos. Fue el mismo Orozco quien buscó representar la larga historia de interacción entre la población nativa y los europeos en sus murales.
Asimismo, Orozco fue profesor visitante en el departamento de arte de Dartmouth College desde mayo de 1932, cuando comenzó a trabajar hasta completar el proyecto en 1934.
En estos frescos, Orozco representaba el impacto de los pueblos indígenas y europeos en América del Norte, reaccionó contra la Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial con murales que retrataban los impactos adversos en el espíritu humano del nacionalismo y el rápido ritmo de la industrialización.
A menudo, se dice que sus obras tienen una "naturaleza profética" ya que retratan el surgimiento de ideologías militaristas como las de la Segunda Guerra Mundial. Orozco terminó de pintar los murales de la Épica? en 1934. Los murales progresan desde los paneles de “Migración”, “Antiguo sacrificio humano” y “Serpientes y lanzas” en la pared oeste que representan a las primeras personas en el continente.
En el muro norte, “Guerreros aztecas” y “Llegada de Quetzalcóatl” preceden a “La edad de oro precolombina”, que retrata el apogeo de la civilización del pueblo azteca de México antes de la llegada de los europeos. "La partida de Quetzalcóatl", "La profecía", "Tótems" y "Máquinas tótem" continúan la progresión hacia "Cortés y la cruz", que retrata la llegada de Hernando Cortés y la lucha durante la conquista europea de los aztecas.
Luego, los murales pasan a la mecanización de la civilización y el impacto de la industrialización en los Estados Unidos con “La máquina”, “Angloamérica”, “Hispanoamérica”, “Dioses del mundo moderno” y “Símbolos del nacionalismo”. todos retratando imágenes negativas de la humanidad. En la pared este se encuentran los paneles titulados “Sacrificio humano moderno” y “Migración moderna del espíritu”, “Cadenas del espíritu” y varios murales del “Hombre industrial moderno”.
Hoy en día, es posible visitar el mural de la Biblioteca Baker, con recorridos de audio autoguiados o inscribiéndose con anticipación para un recorrido guiado por un docente. Hay información detallada sobre los murales, así como libros con información detallada sobre José Clemente Orozco y las técnicas que utilizó para crear los murales están disponibles para su visualización en la biblioteca.
Foto destacada: Okuda San Miguel
Cada año en la CDMX se incrementa la oferta cultural de experiencias inmersivas, y eso es una gran noticia. Sobre todo, porque son experiencias estéticas que nos ayudan a salir del confort de la contemplación pasiva, y suelen ubicarnos en un tipo de realidad estética fuera de la costumbre museográfica. Y, en un mundo hiperconectado, las experiencias inmersivas están a la orden del día.
De aquí, que te dejemos con estas 3 recomendaciones para visitar las experiencias inmersivas en la CDMX.
Esta experiencia te invita a reflexionar sobre el interminable proceso de cambios y transformaciones internos al que nos enfrentamos todos para evolucionar; tal como sucede en un sueño" Okuda San Miguel. Adéntrate al mundo de los sueños del artista español Okuda San Miguel en una experiencia única, llena de colores, luces y sonido, en la que podrás disfrutar de distintas expresiones artísticas como esculturas, instalaciones, performances con personajes en vivo, imágenes en movimiento, video mapping y atmósferas sonoras que nos invitan a un viaje inesperado, hacia la nueva manera de vivir el arte contemporáneo ¡No te lo pierdas!
Dónde: Frontón México, Av. de la República 17, Tabacalera, Cuauhtémoc.
Cuándo: miércoles y jueves entradas al 3×2!
Cuánto: $250 + cargos.
Estudiantes y personas con discapacidad: 40% de descuento. Niños menores de 8 años y mayores de 65 años, gratis.
Huésped es una experiencia lumínica con música y cocteles, que pone de manifiesto la función narrativa de la luz. Son 5 días para que puedas vivir esta propuesta experiencial que ha logrado materializar ocho instalaciones lumínicas que buscan alumbrar las múltiples capas temporales, espaciales e históricas que conforman la esencia de este edificio que ha mutado a través del tiempo.
Al llegar al Edificio Francia recibirás un mapa y una linterna para guiarte con otras 14 personas y crear una experiencia de exploración personal e íntima, en un recorrido de 40 minutos por 8 instalaciones lumínicas distribuidas por los departamentos del recinto.
Dónde: Edificio Francia, Plaza Río de Janeiro 56, Roma Nte.
Cuándo: del 1 al 5 de febrero de 18:30 a 23:00 horas.
Cuánto: $220 para estudiantes, $360 regular y $1,300 Club Huésped.
Y?gen: Japón Inmersivo, es una experiencia multisensorial para los amantes de la cultura japonesa. Es una experiencia con un concepto místico y profundo de la vida en la cultura japonesa, a través de seis salas que te darán aspectos de Japón, en las que tendrás que utilizar tus 5 sentidos y así poder percibir los detalles más sutiles.
Se trata de un espacio mágico, linternas tradicionales japonesas, una increíble sala de temática de bambús, un espacio contemplativo y otro dedicado a los majestuosos cerezos.
Dónde: Av. Patriotismo 615, Cd. de los Deportes, Benito Juárez.
Cuándo: a partir del 9 de febrero de 2023. Lunes a viernes de 12:30 a 21:00, y sábados y domingos de 11:00 a 21:00.
Cuánto: $340 por persona, niños: $255, adultos de la tercera edad: $270.