. . .
El 14 de febrero es una celebración injusta. Mientras para algunos es la posibilidad de expresar materialmente su cursilería con globos rojos, peluches anormales y cenas en restaurantes alumbrados a la luz de las velas; para otros, para las almas solitarias que han amado y han fracasado, este día es un cruel recordatorio de que las relaciones son crueles, extremadamente complejas y muchas veces (casi todas) tienen un final trágico.
A propósito de esta cara oscura del amor, hace algunos años el gran Jaime Sabines escribió Los amorosos; un trágico texto dedicado a aquellos que no han nacido para enamorarse. Entre los versos que enmarcan este poema hay uno que resume los turbulentos caminos de la desolación: “Su corazón les dice que nunca han de encontrar/ no encuentran buscan. / Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dando a cada rato, llorando porque no salvan al amor.”
Y aunque las novelas vitorianas, las películas y la autoayuda nos han creado la necesidad de vivir acompañados, siempre son más interesantes y más literarias las parejas disfuncionales, quizá porque paradójicamente, esas relaciones intensas que no conquistaron el “para siempre” son capaces de expresar todo lo que es realmente el amor.
Dicho lo anterior, hemos confeccionado una breve lista que incluye las relaciones imperfectas más icónicas de México. Advertimos que cada caso es un tanto tóxico, un tanto triste, un tanto entrañable.
Una leyenda trágica.
Cuenta la leyenda que hace miles de años, cuando el Imperio Azteca estaba en su esplendor, la hermosa hija de un cacique llamada Iztaccíhuatl depositó su amor en Popocatépetl, un apuesto guerrero que antes de partir a una batalla le pidió que lo esperara. Durante varios meses la princesa prehispánica (cual Penélope) aguardó pacientemente la llegada de su guerrero. Desafortunadamente un antiguo pretendiente que la asechaba, y que no podría más de los celos, aprovechó una oportunidad para decirle a Izta que su enamorado había quedado abatido en la guerra. Tras escuchar la noticia, la joven sucumbió de tristeza.
El Popo regresó a su pueblo unos meses después. Lo recibió la lúgubre noticia del fallecimiento de Iztaccíhuatl. Algunos dicen (porque hay muchas versiones) que el guerrero tomó el cuerpo de la princesa muerta entre sus brazos y lo recostó en la cima de una gran montaña y se quedó arrodillado junto a ella, para velar su sueño eterno.
Un relato de amor turbia e improbable.
La historia la conocemos todos. Ella era una joven indígena que tenía facilidad para aprender idiomas. Él era un español mujeriego que lideró la conquista de México. Según los escritos de Bernal Díaz del Castillo, la Malintzin fue el regalo de un botín y desde que Cortés la vio se obsesionó con su belleza.
Su relación fue turbia y estuvo llena de idas y venidas. Se dice que en un primer momento el conquistador casó a Doña Marina con Jerónimo de Aguilar, pero que meses más tarde se puso tan celoso de la unión, que mandó al Ibérico de regreso a Europa. Se dice que tuvieron un hijo y que con los años Hernán se enamoró tanto de ella que casi perdió por su culpa algunas batallas. Por su parte la Malinche quedó ante su propio pueblo como una traidora.
El paso de los años, y los nuevos intereses amorosos de Hernán Cortés terminaron por separarlos definitivamente. Doña Marina murió en el olvido total y él sólo se acordó de ella en su lecho de muerte.
Indiferencia, amantes y locura.
Se conocieron en la corte de Bélgica. Carlota tenía 16 y desde que lo vio se enamoró perdidamente de él; un joven alto, rubio, que estaba emparentado con el Rey Carlos V y cuyo hermano era Emperador de Austria. Maximiliano era (un tipo caprichoso y voluble) que nunca le correspondió de la joven y desde antes de la boda, ella lo sabía.
La pareja llegó a México en 1864, pensaban que iban a convertirse en los monarcas absolutos de este país. Sin embargo, ese reino mágico que les habían prometido en Europa estaba sólo en su cabeza. El Imperio Mexicano, nunca existió y su relación no pudo soportar la realidad con la que se encontraron tras instalarse en la Castillo de Chapultepec. Maximiliano tuvo varias amantes, incluso una indígena preciosa llamada: Concepción Sedano.
Los abismos entre ambos crecieron con el tiempo. Gracias a algunas crónicas se sabe que no tenían sexo y que Carlota se sentía muy sola por la indiferencia de su marido. Él terminó fusilado en Querétaro, ella totalmente loca, deambulando en las calles, alucinaba un amor que nunca tuvo.
Infidelidades de las que uno no se levanta.
Cuando Frida conoció a Diego sabía la debilidad que este tenía por las mujeres. Y es que aunque el muralista no era guapo, tenía el atractivo suficiente para conquistar a quien quisiera. Ella (como tantas otras mujeres) pensó que el gran amor que le tenía iba a ser suficiente para disuadir al pintor de sus viejas tentaciones.
Tristemente esto no fue así, los dolores crónicos de Frida y su imposibilidad para tener hijos, los separaron. Las amantes del artista iban y venían, y Kahlo se hacía de la vista gorda hasta que Diego Rivera la engañó su hermana Cristina; fue un golpe tan duro que hay quienes sugieren que el improperio amoroso entre su amor y su pariente la sumió en una terrible depresión. Después de esta infidelidad nada volvió a ser lo mismo.
Se enfermaban mutuamente.
En febrero de 1937, luego de dos años de noviazgo, Paz le mandó una carta a su novia Elena para pedirle matrimonio. Se casaron por el civil y aunque ante los ojos del mundo parecían felices, en realidad Elena Garro (según escribió más adelante) se sentía frustrada, como si de pronto la hubieran encerrado en una cárcel.
Quizá por eso su matrimonio fue profundamente atormentado y sacó a relucir el lado oscuro de ambos. Ella criticaba profundamente la obra de él. Por su parte Octavio no quería nunca la dejó volver a universidad. La relación se llenó de malos momentos y de confrontaciones aparatosas. Algunos periodistas del momento decían que en las fiestas se aventaban sillas y que se celaban hasta la ignominia.
Esta tóxica unión terminó en divorcio. Octavio Paz la dejó por una mujer que conoció cuando trabajó en la India. Elena se quedó con la única hija que tuvieron y poco a poco se entregó al delirio.
Foto destacada: HBO
Como agua para chocolate es uno de los libros mexicanos más populares de finales del siglo XX. Es un libro escrito por Laura Esquivel, que sigue siendo bastante reconocido en muchas partes del mundo, gracias a que es una gran historia de amor, responsabilidades, prejuicios y tradiciones.
En 1992 esta historia fue llevada al cine por Alfonso Arau, y además de estar en boca de todos, se convirtió en una cinta icónica del cine mexicano; ganando nominaciones en los BAFTA, los Spirit Awards, los Golden Globes, los Goya y los Ariel. Este año, se anunció que habrá una nueva serie y aquí te daremos las razones por las que tienes qué ver esta nueva serie.
El libro Como agua para chocolate ha sido traducido a 17 idiomas. De hecho, a pesar de que Laura Esquivel ha escrito varios libros, su mayor promoción desde 1990, es este libro. Cada año, Esquivel viaja a diferentes países, 28 países en 2023, incluidos Bélgica, Noruega y Portugal, para hablar de lo mismo que ha hablado desde que salió la novela.
Si importar en qué año haya salido este libro es una historia conmovedora. Seguramente la serie será de época, con grandes vestuarios y escenarios, que son un factor que la mayoría de las series de HBO comparten. Todo para conocer la historia de Tita y Pedro, dos jóvenes mexicanos que se enamoran, pero las tradiciones dicen que Tita debe dedicarse a cuidar de sus padres y que por eso no puede casarse.
Aunque todavía hay mucho secreto en torno a la producción, incluso a la fecha de estreno, sabemos que Salma Hayek participa como parte de la producción ejecutiva de la serie, al lado de José Tamez y Siobhan Flynn. En el reparto contará con Irene Azuela, Azul Guaita, Ari Brickman, Ana Valeria Becerril, Andrea Chaparro, Ángeles Cruz y Louis David Horné; una mezcla de talento ya bien conocido por el público latinoamericano y jóvenes promesas de la actuación en México.
Tener una versión renovada de este libro sin duda será especial, porque además es algo que les gusta a los latinoamericanos: amor, “realismo mágico” y la trama se ceñirá sobre México durante la época de la revolución, con Tita de la Garza y Pedro Muzquiz, dos jóvenes cuyo amor no puede ser consumado debido a las costumbres familiares. Podremos ver más adaptaciones de obras importantes para la cultura e identidad latinoamericanas.
La idea de la novela se le ocurrió a Esquivel mientras cocinaba las recetas de su madre y su abuela. Así que en el libro es posible conocer muchas recetas, y buena parte de las acciones giran en torno a la comida. Tanto el libro como la cinta, combinan el placer de la cocina con las pasiones del romance prohibido.
Sin duda, podremos tener un énfasis en diversas recetas que hace Tita, ya que su pasión crece a través de sus buñuelos de crema, su sopa de rabo de toro y su mole de pavo con almendras y semillas de sésamo. Toda la novela entrelaza recetas con su sabrosa trama. Todas las recetas son reales y de uso común en la familia de Esquivel. Sus favoritos personales son los panecillos navideños, la salsa de mole y los chiles en salsa de nueces.
Este libro también pone en evidencia el rol de la mujer durante la Revolución Mexicana, los cambios sociales importantes, la incorporación de las mujeres al mundo laboral, los derechos, etc. Una versión del siglo XXI, sin duda tendrá muchas sorpresas en este sentido.
El libro también es bastante picante, de hecho, Como Agua para Chocolate, hace referencia a una frase coloquial utilizada por los españoles que significa extremo de sentimiento. Se refiere a un punto de ebullición en términos de ira, pasión y sexualidad. La sensualidad y la terrenalidad del carácter mexicano tal como se revela en Como agua para chocolate, es parte de nuestra vida cotidiana.
Foto destacada: Wikipedia
Es posible encontrar un poco de historia en cada rincón de la Ciudad de México, y los hoteles no son la excepción, ya que cuentan anécdotas fascinantes. Y el Hotel Majestic es uno de los hoteles que más historia preserva en sus paredes. Y aquí te vamos a contar un poco de la gran historia de este lugar en cuadro principal del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Este hotel, fue El Viejo Portal de Mercaderes, justo en el lado oeste de la plaza de la Constitución que desde su construcción ha sido el centro de la vida política, cultural y social del país, así como el punto comercial más importante en la conquista.
Se dice que el primer edificio colonial estuvo dedicado para la venta de alimentos y otras mercancías. Mucho del espacio ahí fue otorgado a Don Rodrigo de Albornoz, Conde de Santiago, secretario del Emperador Carlos V y el contador de la Nueva España. Fue en 1524, cuando se aprobó que los dueños de las propiedades que se encontraran frente al Zócalo podían rentar sus propiedades a los mercantes, por lo que se llevó El Portal de Mercaderes.
Así que desde el inicio, el Zócalo ha tenido a muchos vendedores en los arcos, que a pesar de haber sido construidos por los dueños, la ciudad aún era dueña de la tierra donde se encontraban los arcos. Esto llevó a disputas sobre el mantenimiento y sobre quienes debían controlar el lugar y cómo regular a los ambulantes y la venta no regulada.
A pesar de todo, en el lado sur de la Calle Madero, hay dos hoteles que siguen siendo llamados por sus nombres originales: el ex Hotel Majestic (ahora Best Western) y el Gran Hotel de la Ciudad de México (ahora Howard Johnson). Ambos edificios datan de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
El Hotel Majestic ocupa la mayoría del edificio que es visible desde el Zócalo y la entrada está en la calle Madero. Partes de este edificio datan del siglo XVIII, pero fue completamente renovado por el arquitecto Rafael Goyeneche en 1925 y la mayoría de las fechas interiores de este año y el Hotel abrió sus puertas en 1937.
Se destaca por su fachada de estilo neo colonial ordenada por el gobierno, ya que todos los edificios del Zócalo debían tener una fachada similar. Además de que este hotel tiene muchas habitaciones, un restaurante en el último con vista al Zócalo, lo que más se destaca es el vitral de art nouveau que hay en el techo del hotel.
En el espacio del Gran Hotel es en donde vivió Rodrigo de Albornoz, Contador Real. En 1895 es comprado por el francés Sebastián Robert para convertirlo en el primer centro comercial en México.
Su exterior fue neogriego con estructura metálica, convirtiéndose en el primer edificio de la ciudad en emplear el método de viguetas de hierro ahogadas en concreto. También se convirtió en la primera obra de estilo Art Nouveau en el país. La decoración es de estilo Art Decó, destaca el vitral firmado por Jaques Gruber de la Escuela de Nancy, Francia. Desde 1968 es sede del Gran Hotel Ciudad de México.
El interior del hotel mantiene la mayoría de su decoración original creada para la tienda departamental de estilo estilo Art Nouveau. Tenía una escalera ondulada y envolvente, replica de la tienda Le Bon Marché en París1; pero se perdió en 1966. El aspecto más llamativo del inmueble es el vitral de Tiffany, una estructura con más de 20 mil piezas de vidrio de colores, esta pieza Art Nouveau, diseñada por el artista Jacques Grüber y llevada a México en 1906, para decorar el techo del Centro Mercantil.
El vitral se caracteriza por el uso de formas vegetales abundantes y entrelazadas, coloridas, con guirnaldas reverberantes y hojas aisladas. Aunque este permitía el paso de la luz solar, se colocaron más de cien lámparas para iluminarlo en la noche. Debido a su monumentalidad y belleza se convirtió en Patrimonio Cultural de la Nación, debido a que el Instituto Nacional de Bellas Artes lo consideró como una obra de arte.
Dónde: Ubicación: Avenida Francisco I. Madero No. 73, Colonia Centro
Cuándo: todos los días del año
Cuánto: desde $1500
Hemos detectado que está utilizando extensiones para bloquear anuncios. Ayúdenos deshabilitando estas extensiones o software de Adblock.